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Diario de una mami normal y corriente

Sensaciones

Superpetarda 2007

Superpetarda 2007

No me las voy a dar aquí de estupenda: yo soy la primera que me trago Supermodelo y que disfruto como una enana afilando los colmillos para destriparlo. Así que la primera superpetarda soy yo.

Pero sí que me vienen muchas cosas a la cabeza cuando veo el programa. En algunos sitios he leído que el jurado es bastante destructivo y que se dedican "a romper los sueños de muchas jovencitas". En fin. No es que sea yo una fan-fanática de ellos... la tal Cristina Rodríguez me parece una hortera de mucho cuidado (cosa que, por otro lado, ella no niega, dice que haberse criado en Benidorm marca), Valerio Pino es un megaguay y la nueva adquisición del concurso, Daniel El-Kum, por mucho curriculum que tenga detrás me parece bastante idiota.

PEEEEEEEEEERO (como dicen en Mira Quien Baila) todos los que componen el jurado del concurso tienen una trayectoria a sus espaldas y si bien su estética personal no me apasiona, cierto es que conocen el mundillo, lo que se quiere, lo que se lleva, lo que no y "tienen el culo pelao" de estar con modelos. Hoy oía a Judit Mascó en la Ser y decía que sí, vale, que el concurso busca una modelo que reuna todas las características de belleza y tal, pero que no podemos olvidar que esto de Supermodelo es un reality y que por tanto entran en juego otro tipo de valores, como que no sean unas sosa redomadas, ni unas personas problématicas y que den un poco de juego.

Cuando veo los castings yo alucino pepinillos. ¡La cantidad de veces que he oído "Es que es mi sueño"...! Esto me lleva a pensar cómo han cambiado las generaciones que nos vienen por detrás. No dudo que cuando yo tenía sus años hubiese quien tenía el secreto sueño de ser modelo, pero en general las demás pensábamos que tenían bastantes pájaros en la cabeza. Por lo general, si tú preguntabas a mis compañeras de clase qué querían ser, lo más normal es que abundaran profesiones como abogado, médico, profesor y cosas de ese estilo. Tampoco creo que sean las adolescentes las que tengan la culpa de tanta tontería: el modelo de vida que nos muestra la televisión del hazte famoso y ganarás un montón de pasta hace que otros modelos vitales mucho más altruistas queden un poco de lado. Si lo que están viendo es lo guay que es ser del Gran Hermano... Estamos haciendo tontas a nuestras jóvenes. Y de eso tenemos la culpa los adultos.

Por otro lado, hay cada una que ... en fin. Ves a algunas de esas niñas, con cuerpos normales y caras normales que poco menos que afirman que si no son modelos se mueren que, al menos a mí, me dan mucha pena. Esto me viene a la cabeza con motivo de una conversación sostenida con mi madre y mi tía el otro día respecto a lo mucho que consienten los padres a los hijos. Les crían haciéndoles ver que son la pera limonera, los reyes de la casa, unos especímenes casi perfectos... y los crían gilipollas. Es más fácil achacar a un jurado que "destruyen sueños" que aceptar que hay muchas, por no decir la mayoría, que estaba "cantado" que no las iban a coger porque es obvio que no tienen las cualidades necesarias. Si con mi metro sesenta y siete y mis curvas hubiese dicho con 17 años que me quería presentar a un concurso así, mi madre, por mucha ilusión que tuviera me hubiese explicado casi con toda seguridad que NO VALÍA para eso y que me las iban a dar por todos los sitios. Es que es cuestión de sentido común.

O sea, yo flipo que se cabreen con el jurado niñas que no llegan ni de lejos a los requisitos mínimos pedidos y que está cantado que se van a volver a su casa con un berrinche. Las bases son claras en ese sentido: más de 1,70 y entre 16 y 22 años. Si no lo cumples, ¿a qué vas? ¿y te extrañas que te digan que no? Pues probablemente sea que en sus casas les han dicho que son monísimas de la muerte y que el que no lo vea es tonto. Quizás sí, quizás sean monísimas, pero no es lo que buscan. Es como si yo me quisiera presentar a las pruebas de la NASA, que fijo que me dicen que vale bonita, pero dedícate a las letras. Es importante aprender a aceptar las limitaciones que tenemos y a aprender que no todos podemos valer para lo mismo.

Así que la indignada de 1,57 de altura me dejó sin palabras, lo mismo que la hortera redomada que pregonaba a voz en grito que ella era un diamante en bruto y que lo conseguiría... ¡Y tan en bruto! Como dice mi amiga, un ladrillo puede ser una piedra preciosa porque a mí me gusta... No lo digo desde la altivez de un cuerpo de infarto y unas medidas de asustar... yo obviamente jamás podría haber sido modelo ni tan siquiera, como es "mi sueño secreto", bailarina de un concurso de televisión. Por más que me hiciera mucha "ilu".

También me han alucinado las que van con prepotencia y altivez a una cosa de estas. Que se visten así porque ellas quieren, que tienen el caracter que tienen y que el que le guste que la compre. Me parece muy bien la seguridad en una misma y el criterio propio para la vida corriente. Se llega mucho más lejos que ser una borrega, dónde va a parar. Pero ¿en serio no se dan cuenta de que no se puede actuar así en un casting? ¿de que están cavando su propia tumba y autoexcluyéndose ellas mismas? Ese tipo de actitudes demuestran muy poco sentido común y un automarketing propio horrible. Existe una cosa que se llama cambiar de registro y actuar de distintas maneras según dónde estés. No es equivalente de ser una "falsa" (palabra que les encanta y que al parecer es el peor de los insultos), sino más bien de ser una persona inteligente y que es capaz de adaptarse al medio donde está. Comportarse con educación ante desconocidos, con más laxitud y normalidad con tus amigos etc no tiene que ver con falsedades, sino con el sentido común. No se puede ir por la vida como una apisonadora, de aquí estoy yo, que soy la más mejor y si no te gusto te fastidias. La vida es convivir y para convivir hay que tener una cierta empatía con el que está a tu lado.

Vamos, digo yo... En fin, os dejo, ¡¡¡que los castings de Supermodelo me reclaman!!!!

Pero ¿Qué me están contando?

Pero ¿Qué me están contando? Reconozco que soy de sangre caliente; hay cosas que me atacan los nervios profundamente. La publicidad está plagada de ejemplos: me ponen mala esos anuncios "para inteligentes" que para cuando terminan se te ha quedado cara de interrogación y de "yo debo ser corta mental porque no entiendo nada". Y me ponen mala ciertos anuncios, como el de Nivea Good Bye Celulitis. Sí, ese en el que sale una horda de muchachas andando como si pisasen huevos y que sólo deben conocer la celulitis por haberla estudiado en la ESO, que terminaron hace dos días.

No sé en qué estarían pensando los publicistas. Me imagino un brainstorming (también conocido como tormenta de ideas, no confundir con el brain training que es otra cosa) a las tantas de la tarde todos hasta los webos porque se quieren ir a casa. A uno de ellos (todo chicos, sin duda), se le ocurre "¿y por qué no ponemos a una recua de tías buenas dando saltos por la calle y ponemos cachondo al personal?". Y todos babeantes, diciendo que sí y pensando en el rodaje del spot. Porque si no, no lo entiendo.

Creo que no debo ser la única a la que estas cosas la ponen cardiaca y le hacen pensar en ir a urgencias a que le hagan un clampado de aorta de urgencia. Por la tomadura de pelo, digo. Primero porque la que menos longitud de piernas tiene, fijo que me llegan a mí hasta el sobaco. Que digo yo ¿se las comprarán por metros?. También con dos de ellas puedo hacer una de las mías. Cualquier día me voy al carnicero a decir que me corte cuarto y mitad, a ver si consigo quedarme tan estupenda como ellas.

Es cierto que todavía no han llegado a esa edad en la que te amojamas o te ajamonas. Yo obviamente, me he decidido por la segunda opción. ¡Pero si debían estar parvulario cuando yo me di los primeros besos con lengua! Ojo, que a mí esa exhuberancia de carnes prietas me parece bien cuando el producto va dirigido a anoréxicas que ven chichas donde no las hay, pero es que me da que su público objetivo no es ese. Más bien las que podríamos comprarnos este pontigue sean más bien de mi quinta y alrededores, que somos de la generación del bocata de chorizo en la merienda. Y no como las de ahora que, o bien la genética ha cambiado, o que llevan haciendo dieta desde el jardín de infancia.

Y bueno, esos andares son también terribles. Como dice una amiga, igual es que te quita la celulitis, pero te deja escocida de por vida, que todo puede ser.

Así que yo me sigo quedando con la publicidad de dove y su campaña de "por la belleza real". Que no dudo que será marketing igualmente, pero que no te dan ganas de poner el grito en el cielo con un zooooooooooooooooorrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrraaaaaaaaaaaaaaaaaas que se oye en Tombuctú. Los vecinos lo agradecerían.

Confianza ¿ciega?

Confianza ¿ciega? Parece que se ha puesto de moda exaltar la sinceridad como la mayor de las virtudes. Si alguna vez habéis visto alguno de esos "riality chous" en los que van eliminando progresivamente a unos concursantes hacinados en los más variopintos escenarios, ya os habréis percatado de que enarbolando la bandera de la sinceridad se puede uno permitir el lujo de soltar las mayores barbaridades del mundo (mundial).

No es que sea yo precisamente un adalid de la mentira, ni tampoco digo que hay que ocultar las cosas de manera sistemática. Pero muchas veces se nos olvida que la sinceridad ha de ir de la mano del tacto. Es decir, di la verdad, pero siempre intentando que duela lo menos posible y oculta aquellas cosas que sólo las dices por sentirte tú mejor y que obvian el daño (innecesario) que puedas hacer al que las escucha.

Esto viene a colación de una conversación que sostuve el otro día con mis amigas. Tema: ¿confesarías una infidelidad?. Por supuesto, todas conveníamos en que lo más legal era no hacerlo, pero ¿llegado el caso? Había disparidad de opiniones. Unas opinaban (opinábamos), que si es agua que no mueve molino, un episodio promovido por el alcohol y que ocurrió mucho tiempo atrás, es completamente innecesario. Lo único que hace es generar dudas, hacer que el otro lo pase mal por algo que a esas alturas pasó a la historia, no se repitió y que fue un desliz. Otras sin embargo, decían que para ellas sería un alivio contarlo, porque si no estarían con el "comecome"y se quedarían mucho más tranquilas al soltarlo.

Obviamente, hay que evitar este tipo de situaciones. Primero, porque no está bien jugar con la confianza de alguien y traicionarla aunque sea porque la carne es débil. Segundo, porque los remordimientos son una carga muy difícil de llevar. Y tercero, porque las ciudades, aunque sean grandes, acaban siendo terriblemente pequeñas para estas cosas y al final, todo se sabe. Así que lo mejor, mandar al carajo la tentación.

Muchas veces los que utilizan la "sinceridad a bocajarro", ocultan partes de su alma que son a la postre más importantes. Así que muchas veces vemos en los concursos que se utiliza la sinceridad para poner de relieve las cosas más negativas de los otros y no se aplican el cuento a ellos mismos. A los ojos de todos son completamente opacos y apenas traslucen nada de lo que realmente son ellos de verdad, en el fondo. Así que la sinceridad debería empezar por uno mismo, por dejarnos conocer realmente en profundidad. Pero claro, eso da mucho miedo.

Así que a menudo, la sinceridad se vende como una virtud, cuando en realidad lo que sirve es de tapadera para vomitar nuestras frustraciones, nuestros odios y nuestros miedos camuflados de arma arrojadiza.

Ser sincero es una virtud, no digo yo que no. Pero hacerlo con tacto y de una manera desinteresada, para intentar ayudar a otro es la manera más apropiada de ponerla en práctica. Y nunca tiene que ser una justificación para nuestros propios errores. Otra amiga está pasando por una mala situación porque su marido la está engañando con otra. Él, en aras de la sinceridad, se lo ha contado, pero eso no hace que corte con la otra persona y se mantiene en una cuerda floja con las dos a la vez.

¿Justifica el que sea sincero y se lo cuente sus actos?