Blogia
Diario de una mami normal y corriente

Maternidad

Guardería

Dícese del sitio al que los niños van encantados de la vida aunque lloran un poco para hacerles sentirse culpables a las madres por abandonarlos.

Vamos, que mi hija sólo llora cuando entra y cuando sale y estoy segura de que lo paso yo peor que ella. Todo pasa, todo pasa.

Primer día de guarde

Primer día de guarde

Pobres de nosotras... Aldara ha ido hoy por primera vez a la guardería. Y pluralizo lo de "pobres" porque no sé quién lo ha pasado peor, si ella o nosotras, mi madre y yo, que hemos sido quienes hemos trasladado esta mañana a la niña al "matadero". Obviamente lo digo en plan jocoso.

Todo lo que podáis decir, tenéis razón: que la niña va a estar muy bien cuidada y máxime cuando la que se encarga de ella es una amiga, que aprenderá muchas cosas, que socializará con otros niños, que jugará y se lo pasará bien. La parte racional que todavía tengo está plenamente de acuerdo. Y sin embargo no puedo quitar de la cabeza la sensación de estar "traicionándola" cuando la dejo ahí. La cara con la que me ha mirado cuando hemos pasado a buscarla era de "sois malas, me habéis dejado solita cuando yo lo que quería era estar con vosotras". Daban ganas de decirle, sí hija, sí, si yo también tenía ganas de estar contigo pero no nos queda otra y además es bueno para ti. Claro que no lo entiende. Lo único que ella ve es que la hemos dejado con unas extrañas y que se ha tenido que batir el cobre ella solita para defender el bizcocho que le habíamos dado a la profe para que se lo diera.

Y es que da una penita... cuando la hemos dejado ha sido una cosa muy rápida. A lo que nos hemos querido dar cuenta ella estaba dentro y nosotras fuera y nos hemos marchado como alma que lleva el diablo con la única finalidad de no oirla llorar. Porque es lo que se dice, ojos que no ven, corazón que no siente. Las dos horas que ha estado ahí las hemos pasado preguntándonos si ha estado bien o mal, si estaría llorando o no. Y con el corazón encogido en un puño. ¡Qué duro es! A la salida, venía con los ojirrines colorados de llorar y dando hipos al vernos. No podía hacer otra cosa que estrecharla entre mis brazos y achucharla mucho, para ver si se le pasaba.

La profe nos ha dicho que para ser el primer día que no ha llorado demasiado. Un poco cuando nos hemos ido y luego al marchar sobre todo por el bizcocho. Y es que con la comida no se juega, eso es lo que opina ella. Y se ha hecho cacas del susto. Ella que es una chica de costumbres y se pone colorada para expulsar lo que le sobra siempre a las mismas horas del día, por la mañana va y hace sus cosas a deshora. Será que quería que la conocieran en su plenitud, con todo el culo en pompa.

Mañana viene lo peor, porque hoy la hemos pillado desprevenida, pero creo que mañana no va a colar y nos va a mirar censurándonos conforme nos acerquemos. Es aguantar el tirón y dentro de nada será la mujer más feliz del planeta yendo a su cole. Pero ¡¡¡¡qué duro es para todos!!!!

Se acerca el día..

Se acerca el día..

Se acerca el día en que mi hija cumplirá un añito. El próximo día 5 Aldara podrá empezar a contar su vida en años en vez de en meses ¡todo un logro! Es su aniversario, y lo más importante sin duda. Pero egoístamente también es el día en que me convertí en madre. Como no quiero quitarle protagonismo a la pequeña, no sufráis que sólo os daré la chapa aquí.

Ha sido un año muy intenso, quizás el que más en toda mi vida reciente. No podría deciros si ha pasado lento o despacio, porque tengo la sensación de que los días van muy lentos y sin embargo en el global se ha esfumado como el aire. Ha sido tan efímero como un suspiro. Es simplemente alucinante todo lo que pasa en un año en la vida de los niños tan chiquitines. Pasan de ser unos seres pequeños, totalmente dependientes cuya actividad es bastante limitada a convertirse en unos seres con una cierta autonomía. Crecen, engordan, maduran. Si los adultos viviéramos la vida de manera tan intensa y adquiriendo tal caudal de conocimientos sería sencillamente agotador.

Una madre asiste a ese proceso entre sorprendida y asustada. Da vértigo lo que son capaces de hacer al cumplir el año, y tú que has ido observando todos y cada uno de sus movimientos, de sus progresos alucinas con lo que son capaces de hacer. Quizás es por comparación ¡cuando nacen son tan indefensos! No es que Aldara sea el culmen de la autonomía, obviamente, pero sí que es verdad que ahora ya no me necesita tanto como cuando era una recién nacida. Ahora va, torna y retorna, se expresa, te hace saber qué es lo que quiere y lo que no, lo que le gusta o lo que le disgusta. Es un privilegio poder disfrutar de esos momentos y de asistir atónita a cada uno de sus progresos.

Pero como os digo, al mismo tiempo da bastante miedo. Primero, porque eres más consciente que nunca que el tiempo se te escapa de las manos y que el reloj corre a unas velocidades de vértigo. Y segundo, porque la necesaria separación entre mi hija y yo a veces es un poco dolorosa. Trataré de explicarme; Aldara cuando nació era una parte de mí. Yo era su centro y tengo entendido que hasta pasados varios meses ni siquiera tenía conciencia ella de que éramos dos personas separadas. Conforme va pasando el tiempo, sin embargo, va ganando autonomía y yo soy importante para ella, pero no tanto. Obviamente, es un proceso natural y desde luego yo la educo para que sea una persona autónoma y no una cosita dependiente de su madre. Consideraré que he hecho bien mi trabajo si el día de mañana mi hija se convierte en una persona hecha y derecha capaz de tomar decisiones por ella sola, capaz de levantarse si las cosas vienen mal dadas y de ser fuerte. Pero no niego que egoistamente a veces me gustaría parar el tiempo y tenerla siempre así, pequeña, a mi lado haciéndome tan feliz. Es algo tonto, absurdo y que contradice mi manera de pensar. Pero ya se sabe, el corazón tiene razones que la razón no entiende.

Este año ha sido intenso para mí. Estar con ella todo este tiempo ha sido todo un regalo que he tenido y como tal lo valoro. Nadie me va a poder quitar el hecho de haber podido disfrutar de mi hija tanto tiempo, tan intensamente. Es algo que se irá conmigo. Puedo decir que soy FELIZ, que esto de ser madre es algo inmenso y que no hay sensación comparable a ello. Por supuesto que a veces siento que la responsabilidad es abrumadora (¿y quién no?), pero nunca lo he sentido como una losa ni he vivido en un ay sufriendo por mi hija. He disfrutado. He conectado con una parte de mí que desconocía que tenía y estoy encantada de haberlo hecho.

Dentro de nada te felicitaré hija mía, pero deberías ser tú quien me felicitara a mí. Porque es de afortunados disfrutar tanto y querer con mayúsculas. Y tu cumpleaños es la fecha de comienzo de mi vida plena.

Yo solita

Yo solita

Aldara ya anda solita. Llevábamos un tiempo con la nena haciendo amagos, carreras con mucho miedo y trompazos por la inexperiencia y el otro día por fin se decidió. Yo esperaba que el momento "primer paso" fuera un día en concreto, en el que todos aplaudiríamos extasiados por el nuevo avance de la pequeña. Sin embargo la realidad fue bien distinta. Efectivamente, una vez tuvo que ser la primera en soltarse y gracias a dios estábamos su padre y yo presentes, con lo que fue un momento compartido. Esto ocurrió con 10 meses más o menos. Pero el ir sola-sola ha tenido que esperar más.

No penséis tampoco que va suelta siempre ¡si es que tiene 11 meses! Su medio de transporte sigue siendo fundamentalmente el carrito y secundariamente por el suelo de mi mano o gateando. Pero cada día más se echa unas carreras ella sola en cuanto está en terreno amigo.

Y es que esto es una cosa gradual... una cosa es que sea capaz de ir solita, que lo era, y otra cosa es que lo hiciera con un mínimo de estabilidad. Eso es lo que hemos conseguido estos días. Ahora no se lanza cuando llega al objetivo. Frena, se para a mitad, acelera se vuelve a parar, es capaz de hacerlo con algo en la mano... por eso digo que ahora SI, porque sí que la veo que va controlando.

Estamos muy contentos y al mismo tiempo asustados porque se acabó el tomar un café tranquilos. La niña quiere estar todo el día corriendo y eso supone no quitarle el ojo de encima en todo el santo rato. Porque controla, pero se cae, obviamente. Y como es la reina del drama, los lloros que se echa cuando esto ocurre son tremendos.

De momento su terreno favorito es nuestro salón, pero también hizo ayer sus probatinas en la calle con bastante éxito. Eran las 9 (hora en la que suele estar en los brazos de Morfeo) y la tía se lo estaba pasando tan bien yendo de una mesa a otra en la terraza donde estábamos que vi inútil forzarla a subir a casa y meterse en la cuna con todo el subidón de adrenalina que seguro que llevaba. Menudas risas, menudo cachondeo.

Así que mi hija cada vez es menos un bebé y a cada momento que pasa la veo más la pequeña señorita que va a ser. Es una pena, cómo crecen de deprisa estos enanos. Me hace mucha ilusión que avance, pero no os negaré que me da una pena... y es que bebé no va a ser nunca más. Será algo mejor, será más divertida, pero tengo esa espinita pequeña ahí.

Guau Guau

Guau Guau

Estos días estamos en el camping las dos. Hemos dejado a mi marido de Rodríguez y nosotras nos hemos marchado huyendo de la ciudad. Ahí se está muy bien porque hace bastante menos calor y Aldara tiene mucho más sitio para hacer sus trastadas. Está aprendiendo muchas cosas:

1- A hacer "ñam" cuando ve algo que le gustaría comerse... da igual que sea mi comida que la tierra del cesped.

2- Que la horchata que se zampaba en la tripa de su madre (fue mi antojo, qué puedo decir), está mucho más rica en vivo y en directo y sorbida con una pajita.

3- Que los perritos hacen "guau guau guau". Con esta monería, concretamente yo me parto de risa porque le sale un perro de lo más guei. Lo dice así con esa vocecita tenue y temblorosa que tiene y sabes que si fuera de verdad un perro, se lo comerían vivo, pero está tan tierna que te mueres de la risa.

Ah, y yo también he aprendido cosas: sobre todo que la IDEA de dormir con mi hija es mucho mejor que DORMIR con mi hija. El otro día se despertó a las 6 de la mañana con ganas de juerga y se puso a hacer el Juanito Oyarzábal trepando por mi costado. No la culpo, efectivamente subirse a mi culo debe ser como ascender el Everest. Pero claro, yo a esas horas soy un ñu y lo que quiero es dormir, no perseguir a una enana que tiene ganas de levantarse y de jugar. Que no son horas, por dios. Así que esta noche la hemos desterrado a otra habitación y yo a dormir como una marquesa.

Madre desnaturalizada que es una...

Mi microcosmos

Mi microcosmos

Antes de ser madres o padres, todos somos egoístas en el sentido de que nosotros somos el centro de nuestro propio universo. Trabajas para tener tú que comer, para realizarte tú, buscas disfrutar tú, aspiras a ser tú más feliz... Por supuesto que nos preocupan las personas que nos rodean porque no vivimos aislados y para eso está la conciencia, que nos dicta que muchas veces tu felicidad pasa por la felicidad de otros. Pero la familia, por mucho que la quieras y tu pareja, que al fin y al cabo la encontraste en la calle, están en un honroso segundo puesto por detrás de ti. Me resulta algo complejo de explicar, porque no quiero que tengáis la idea de que digo que somos el ombligo del mundo y que todo lo demás no importa. No es así. Es un concepto más filosófico y menos peyorativo de lo que podría parecer. Quiero decir ¿al buscar nuestra felicidad no estamos haciendo que nuestra vida gire a nuestro alrededor? Incluso gente que podría pensarse que no son egoístas podrían serlo desde este prisma puesto que, por ejemplo, el que se va al tercer mundo a ayudar (algo que es realmente loable y de buenas personas), en el fondo se está ayudando a ser más feliz él mismo al satisfacer su necesidad de cambiar el mundo.

Me temo que no me he explicado en absoluto. En fin, es una paranoya como otra cualquiera. No me hagáis demasiado caso y seguid siendo buenos de todas maneras, sea egoísmo o no ¿vale?

Todo esto venía a cuento de que esta noche me he dado cuenta de que por primera vez en mi microcosmos no soy yo la primera. La niña esta noche se ha despertado llorando como una loca a la hora de haberla acostado. Era un lloro distinto al grito de cabreo que exhala cuando tiene ganas de juerga y tú la obligas a estar en la cuna metida. Es un grito de "cohones, sácame de aquí que me aburro". El de hoy era diferente. Lloraba con dolor y nada, ni mis brazos, ni mis caricias, ni mis canciones, ni mi simple contacto conseguían calmarla.

Quizás es que he tenido mucha suerte y episodios como el de hoy son algo muy aislado en su vida. Es una pequeña que llora muy poco y de recién nacida sólo tuvo un cólico. Nos asustamos tanto, por la novedad, que hasta fuimos a urgencias. Así que estas cosas siempre me pillan un poco a contrapié. La sensación de impotencia es tal que te olvidas de lo que quieres hacer TÚ como individuo y ella pasa a ser la prioridad absoluta. Que esté bien es lo único que quieres. No porque deje de llorar, que también, sino porque sentir que un cuerpo tan pequeño tiene un dolor grande es algo al que es complicado de sustraerse. La has llevado 9 meses dentro y es tu hija. Con gusto te cambiarías por ella sin dudar. Así que en esos momentos caben pocas filosofías sobre el egoísmo. Estas cosas sólo se piensan en frío y es entonces cuando se hacen tesis doctorales al respecto :)

Como yo las acabo de hacer, supongo que os habréis dado cuenta de que mi hija ya duerme y ya se le pasó. Le dimos su apiretal, esa medicina mágica que todo lo cura y ahí está durmiendo plácidamente como si el sofocón nunca hubiese pasado.

Tampoco penséis que tantos años de egoísmo (volviendo al tema introductorio) se pasan de la noche a la mañana. Quiero a mi hija con locura y supongo que en una situación extrema de tener que elegir entre ella o yo la elegiría a ella sin dudar. Pero en el día a día hacer heroismos es mucho más complejo y tampoco negaré que a veces gano yo. No es algo de lo que me sienta especialmente orgullosa, pero supongo que es porque todos somos humanos. O al menos, es lo que quiero creer para no sentirme tan culpable a veces...

P.D. La foto no tiene nada que ver con el tema, pero como me habéis dicho que el pueblo quiere fotos de la niña, pues yo le doy al pueblo lo que quiere. Aquí está comiéndose una ciruela más feliz que el Guerra.



Como una infanta

Como una infanta

Hoy han bautizado a la Infanta Sofía en Madrid; todo muy bonito, muy guapos todos, muy principescos y tal. A mí me da envidia el tipazo que se les queda a todas estas famosas cuando dan a luz, que parece que lo suyo sea un embarazo virtual más que otra cosa, pero bueno, no era a eso a lo que iba. Es que me ha recordado que mi hija está atravesando lo que yo he dado en llamar "el síndrome de la infanta", es decir, saludar a todo lo que se menea (o no).

Es una fase de los críos muy divertida porque están deseosos de mostrar a todo el mundo que saben saludar. Ésta todavía no controla mucho y lo mismo te saluda como si fuera Spiderman lanzando telas de araña como un poseso (es decir, cerrando la manita) que lo hace como si fuera la reina madre de Inglaterra. Sólo le falta llevar los sombreros y bolsos espantosos que llevaba la buena mujer para ser clavadita, clavadita. Lo que pasa es que es de efectos retardados. Entre que se decide y no, muchas veces el saludado ya ha pasado de largo y está ella saludando a los árboles. O eso, o le saluda con tanta antelación que el pobre viandante alucina.

En lo que no falla es cuando la montas en el carrito para salir de casa. Ahí sí. En cuanto se abre la puerta empieza a decir adiós como si le fuera la vida en ello y tuviera una cohorte de mayordomos y doncellas de los que despedirse. Por supuesto, a lo que acaba diciendo adiós es a la puerta y al radiador de la entrada. Que deben estar encantados de la vida de tener a una "habitanta" tan amable. En otros momentos se los come a besos, especialmente a la puerta que tiene la manecilla dorada y esta hija mía es como una urraca. Sería feliz en el palacio de Versalles, lleno de oros. Le atraen como a mí el chocolate.

Hoy nos hemos bajado a desayunar al bar de abajo de mi casa. Por supuesto, no podía dejar pasar la ocasión de saludar a todos los parroquianos. Creo que yo no había socializado tanto en toda mi vida. ¡Nobleza obliga! Como ella no para hasta que le dicen algo (más complejo de infanta, tiene que ser el centro de todos los saraos), pues qué remedio me queda que hablar con todo el mundo. A veces no sabes si molestas o no, la verdad, aunque normalmente todo el mundo, especialmente la tercera edad, están encantados de la vida. Hoy me ha pillado por banda la típica señora con perrito. La niña ha empezado a mirar el perro con una mezcla de curiosidad y hambre (esta se comería un ñu si se le pone a tiro) y claro, qué remedio.

La verdad es que está muy graciosa, con sus pasitos vacilantes recorriendo el bar. El de mi casa lo regentan chinos y no veáis lo que le gustan. Si en Bridget Jones decían "japoneses, raza cruel", mi hija debe pensar que los chinos son lo más de lo más porque siempre le hacen carantoñas y le dan comida. Se la tiene ganada toda la plantilla. De hecho, es habitual que me la rapten y se la lleven a dar una vuelta. Así que ésta le llora a su tío, pero se va perfectamente con el chino de la esquina. Para que luego hablen de racismo.

A veces acompaña el saludo con un "hola" muy gracioso. Está muy bien que lo diga, pero coño, ya podía decir mamá, que parezco un loro todo el día con el "Tú Aldara, yo mamá" y nastis de plastis. El mamá lo guarda para cuando llora, hay que fastidiarse. Eso sí, dice perfectamente "hola", "guapa" y "pato". Os preguntaréis si es que vivo en una granja, por la utilidad de la palabra pato. Nada más lejos. Es que lo dicen en Pocoyó, que le gusta mucho y se lo ha aprendido.  Ahora estamos a ver si aprende a decir "tía", una palabra con muchísima más utilidad, pero no le da la real gana. Me mira y me ignora, o en su defecto dice "tete", que le motiva más. Así que le he dicho a mi hermana (que está deseosa de que le llame), que si quiere ser "tata" "tete" o "pato", que esas palabras están libres. Pero va a ser que no. ¡Qué puedo decir!.

Pues eso, que me la comería a besos.

P.D. Por cierto, si pasáis de los avances de mi hija y queréis visualizar las fotos del evento del bautizo de Sofía lo tenéis aquí 

Instinto maternal

Instinto maternal


La gente es realmente muy pesada. Cuando no tienes novio, que a ver si te lo echas; cuando lo tienes, que cuando te casas; cuando te casas, que cuando tienes hijos... pensaríais que esta tortura termina en algún momento, pero no. Cuando has tenido un hijo, te preguntan que para cuando el hermanito. Esto resulta especialmente sangrante en el caso de las famosas, a las que a la puerta del hospital, con los puntos tirando todavía les preguntan que para cuando el siguiente. Y dan ganas de tirarles un zapato a la cabeza, al menos a mí. ¡Pesados! ¡Dejad que cada uno lleve el ritmo que quiera!

Y es que la gente tiene la cochina manía de hacer preguntas incómodas como aquel que pregunta a qué precio está el pan.


Tanto en mi vida como en los años que llevo en foros me he dado cuenta de lo inconveniente que es la pregunta de los hijos. Primero, porque conozco a varias personas que están teniendo dificultades para concebirlos por culpa de la maldita infertilidad. Me imagino lo difícil que tiene que ser estar poniendo cara de poker cuando no dejan de atosigarte con el tema y tú no es que no quieras, es que no puedes. Y si no fuera porque es un tema tan personal, tan íntimo y que ha de suponer necesariamente tanta frustración, lo que darían ganas es de decirles "mira, es que mi marido y yo no follamos porque yo soy frígida y él impotente" para que se quedaran con un palmo de narices y no se metieran donde no les llaman. Pero claro, no es plan. En el fondo casi todos demostramos tener más cordura que los preguntones.


Y luego están las que no tienen malditas las ganas de tener hijos. Yo tuve la llamada de la maternidad y al reloj biológico atronando como el Big Ben desde siempre, tanto que apenas me casé nos pusimos a ello. Mi hija nació casi en nuestro aniversario de bodas. Pero el que yo lo tenga, no implica que TODO el mundo tenga que tenerlo. Me repatea que la gente utilice expresiones como "se te va a pasar el arroz". Colgaría del cuello a los desafortunados que la usan. ¿Y si yo no como arroz porque mi religión me lo prohibe, qué?

Tener un crío es algo precioso; yo me siento muy afortunada por tener a mi hija y verla crecer. Pero, no nos engañemos, supone también dejar de lado ciertas historias como salir hasta las mil o quedar a cualquier hora, eso en el plano más práctico. Supone renunciar a dormir hasta que quieras, estar en el sofá sin hacer nada, tener tu momento autista. Yo lo hago y de buen grado, pero es un sacrificio o mejor dicho, una renuncia voluntaria. Me parece absurdo tener hijos "porque toca". Se han de tener los hijos porque se quiere, como fruto de una decisión vital y sobre todo, consciente de las implicaciones.

Así que el que no está preparado, o no tiene ganas, alabado sea el señor y que se quede sin descendencia. Me parece mucho más adulto que tener los hijos porque es lo que hay que hacer entre la veintena y la treintena.

Cansancio

Cansancio Últimamente cuando termina el día y por fin me meto en la cama me doy cuenta de lo cansadísima que acabo la jornada. Y es que cuando esta toca a su fin, caigo en los brazos de Morfeo como si fuera una marmota con sobredosis de valium.

Me maravillo de pensar cómo harán otras mamis que al arduo trabajo de ejercer de madres, esposas y chachas, todo al mismo tiempo, tienen que sumar el salir a horas intempestivas a ganarse el jornal. Quizás es que todo sea cuestión de acostumbrarse, pero he de reconocer que a día de hoy me costaría mucho tener que hacerlo.

Como ya expresé días antes, tampoco es que sea oro todo lo que reluce; al fin y al cabo el día tiene las mismas horas para todos y lo único que cambia es el modo en que divides tu tiempo entre las tareas que tienes. Sería tirar piedras sobre mi propio tejado y al mismo tiempo faltar a la verdad si dijera que me rasco la tripa todo el día. Lo único que en vez de invertir horas en discutir con clientes, con proveedores, hacer mala leche porque siempre hay cosas a última hora y trabajos que te da cien patadas realizar, esas horas yo las invierto en jugar con mi hija. Infinitamente menos estresante, por supuesto, pero igualmente cansado.

Como he trabajado muchos años, quizás pueda explicaros las diferencias. Cuando lo hacía fuera de casa, el cansancio que acumulaba al final del día era más psíquico que otra cosa. Alguna vez si me pasaba me dolía la espalda o el cuello, pero básicamente lo que mi cuerpo llevaba peor era el cansancio mental. Solucionar marrones es agotador y merma el humor a velocidad de vértigo. Así que algunas veces cuando llegaba a mi casa quería pasar de todos y hacer mía la frase de Groucho Marx "paren el mundo, que me bajo". Me daba de vez en cuando una fase autista de asustar...

Ahora esto no me ocurre. Llego a la noche fresca como una lechuga en ese sentido. Estoy de muchísimo mejor humor, salto menos, aguanto más, estoy muchísimo menos susceptible... lo que se agradece horrores. Bueno, lo agradezco yo y el resto, porque yo con mala leche soy un ñu. Sí que acuso, sin embargo, muchísimo más cansancio físico. Y es que perseguir a un pegote que está dando sus primeros pasos y que no para un segundo, pasearla, ir de aquí para allá es cansadísimo porque ellos están llenos de energía y tú no. Así que si antes no dormía bien de las preocupaciones, la falta de ellas y el cansancio físico hacen que caiga redonda.

Lo mejor del asunto es que la mitad de las veces no sabría explicar en qué he invertido mi tiempo. Lo cual resulta frustrante, porque si ni tú misma lo sabes, como para que lo vean los demás. Y eso que tengo suerte con mi "santo", que él sí que lo ve. La cantidad de tiempo que utilizas es inversamente proporcional al tiempo que dispones. Mientras estudiaba la carrera, trabajaba a tiempo parcial, me metí en todo tipo de jarnas universitarias, participaba en muchísimas cosas y aún me sobraba tiempo para estudiar otra carrera como hobby y no perderme ni un sarao ni medio. Y lo mejor es que ni siquiera tenía la sensación de ir de culo. Ahora sí que lo tengo y no hago ni la mitad de la mitad.

Así que al parecer la receta para tener más tiempo, es hacer miles de cosas ¡qué paradojas tiene la vida!

Felicidad a raudales

Felicidad a raudales Hoy es de esos días en los que descubres lo feliz que eres. Quizás es que después de descubrir a Martina McBride y su "jo que chupi es esto de ser mami y tener una familia", es que estaba con el cuerpo predispuesto a ello. No lo sé.

Mi hija se ha despertado terriblemente contenta. No es que sea algo raro, al contrario. Es una cría con la sonrisa permanentemente en la boca. Hemos quedado en el mercado con mi madre y ahí nos hemos dirigido las dos. Ella iba en su cochecito saludando a todo el mundo, como si fuera la infanta: nos ponemos en posición, sonreimos y agitamos la mano como una loca. Lo que pasa que no siempre acertamos el momento y a veces el saludo se produce cuando el viandante de marras ya ha pasado. Entonces es cuando me da la risa a mí.

Es divertido esto de saludar; francamente prefiero que peque por exceso que por defecto. Así que aunque estamos en esa fase en la que decimos adiós a la casa, saludamos al ascensor cuando viene, etc, casi mejor pasarse que no llegar.

Así que hemos llegado al mercado y nos hemos dirigido al puesto de las frutas y verduras. Ésta tiene un estómago a prueba de bombas y absolutamente todo le cae bien. Se trapiña el limón a palo seco, con el asco que me da a mí, y tan feliz. Le hemos pedido una ciruela al señor frutero (he estado por llamarle "Fru", como en siete vidas, pero me ha dado corte) y nos la ha dado gustoso. El buen hombre alucinaba con el mico este zampándose la fruta a manos llenas. Tres minutos le ha durado. Y no se ha comido el hueso porque fijo que le parecía mal. Lo mejor es que ponía la misma cara que ponemos algunas cuando comemos chocolate estando a dieta. Esa cara de "dios mío, no he probado nada tan sublime jamás". Tengo todos los dedos cruzados para que cuando sea mayor siga así, comiendo absolutamente de todo.

Tras el mercado, a jugar con las palomas de la plaza. Ella corría (agarrada de un dedo, eso sí, que tiene un cague a eso de soltarse...) detrás de los bichos, se acercaba a los niños, vamos, un cachondeo total. Y yo veía a mi hija y a mi madre pasárselo tan bien que sólo podía pensar en que es por momentos como estos por los que la vida merece la pena.

Es una lástima que los mayores perdamos esa capacidad de reírnos de cualquier cosa, de que un regalo te haga tan increiblemente feliz como a un niño. Mataría por tener la luz que tiene mi hija en los ojos cuando descubre alguna cosa nueva o cuando juega con alguien.

Claro que esa es una de las ventajas de ser mami: que estas cosas las revives. Si no, ni me acordaría de lo que se sentía.

Blessed

Os dejo otra preciosa canción de Martina McBride. Gracias a Bangles, que fue quien me la descubrió ¡Muchas gracias por este precioso regalo! La podéis escuchar aquí

Blessed

BENDECIDA

I get kissed by the sun
Each morning
Put my feet on a hardwood floor
I get to hear my children laughing
Down the hall through the
Bedroom door

Sometimes I sit on my
Front porch swing
Just soaking up the day
I think to myself, I think to myself
This world is a beautiful place

I have been blessed
And I feel like I’ve found my way
I thank God for all I’ve been given
At the end of every day

I have been blessed
With so much more than I deserve
To be here with the ones
That love me
To love them so much it hurts
I have been blessed

Across a crowded room,
I know you know what I’m thinking
By the way I look at you
And when we’re lying in the quiet and
No words have to be said
I think to myself, I think to myself
This love is a beautiful gift

Repeat chorus

When I’m singing my kids to sleep
When I feel you holding me
I know
 

Repeat chorus

Soy besada por el sol
Cada mañana
Pongo mis pies en el suelo de parquet
Oigo a mis hijos riéndose
Abajo en el hall a través
De la habitación

A veces me siento en el porque
Y me balanceo
Sopesando cómo ha ido el día
Y pienso para mí, y pienso para mí
Este mundo es un sitio maravilloso 

He sido bendecida
Y me siento como si hubiese encontrado mi camino
Le doy las gracias a Dios
Al final de cada día 

He sido bendecida
Con mucho más de lo que me merezco
Con estar aquí con los que
Me quieren
Con quererlos tanto que me duele
He sido bendecida 

A través de una habitación llena de gente
Sé que sabes lo que estoy pensando
Por cierto, cuando te miro
Y cuando estamos tumbados tranquilos
No hacen falta las palabras
Pienso para mí, pienso para mí
El amor es un regalo fantástico 

(repetir estribillo) 

Cuando les canto a mis hijos al acostarse
Cuando siento que me abrazas
Yo sé 

(repetir estribillo)

In my daughter's eyes

 

In my daughter’s eyes

En los ojos de mi hija
In my daughter's eyes I am a hero
I am strong and wise and I know no fear
But the truth is plain to see
She was sent to rescue me
I see who I wanna be
In my daughter's eyes

In my daughter's eyes everyone is equal
Darkness turns to light and the
world is at peace
This miracle God gave to me gives me
strength when I am weak
I find reason to believe
In my daughter's eyes

And when she wraps her hand
around my finger
Oh it puts a smile in my heart
Everything becomes a little clearer
I realize what life is all about

It's hangin' on when your heart
has had enough
It's giving more when you feel like giving up
I've seen the light
It's in my daughter's eyes

In my daughter's eyes I can see the future
A reflection of who I am and what will be
Though she'll grow and someday leave
Maybe raise a family
When I'm gone I hope you see how happy
she made me
For I'll be there
In my daughter's eyes

En los ojos de mi hija soy un héroe
Soy fuerte y sabia y no tengo ningún miedo
Pero la verdad es fácil de ver
Ella fue enviada para rescatarme
Y veo lo que quiero ser
En los ojos de mi hija 

En los ojos de mi hija todo el mundo es igual
La oscuridad se vuelve luz y el
Mundo está en paz
Este milagro que Dios me dio me da a mí
La fuerza cuando estoy débil
Encuentro una razón para creer
En los ojos de mi hija 

Y cuando agarra su manita
Alrededor de mi dedo
Oh, pone una sonrisa en mi corazón
Todo se vuelve mucho más claro
Y me doy cuenta de qué va la vida 

Te sujeta cuando tu corazón
Ya ha tenido suficiente
Te da más cuando tienes ganas de abandonar
He visto la luz
Está en los ojos de mi hija 

En los ojos de mi hija puedo ver el futuro
Una imagen de lo que soy y lo que puedo ser
Aunque crezca y un día se vaya
Y quizás forme su propia familia
Cuando sea yo la que me vaya espero que veas
Lo feliz que me hizo
Porque yo estaré
En los ojos de mi hija

 Esta preciosa canción de Martina McBride la podéis ver aquí